Se desarrollaron diálogos en las regiones del Bajo Atrato, Darién y Urabá, el norte y la cordillera caucana, territorios marcados históricamente por el conflicto.
En ellos se buscaba explicar la persistencia del conflicto, en particular, la continuidad de la violencia contra líderes sociales, excombatientes de las FARC-EP y las afectaciones a comunidades étnicas y campesinas. También se propusieron agendas para que el conflicto no se siga repitiendo en estos territorios.