Colombia pasó de ocupar en 1960 el puesto 51 en la recepción de ayuda militar por parte de Estados Unidos, al noveno en el mundo y el tercero en América Latina. Los pilares de este apoyo fueron, primero, la doctrina, cuyo eje era la defensa nacional a partir de combatir al enemigo interno; segundo, el entrenamiento militar tanto en la Escuela de las Américas como en las bases de Estados Unidos; tercero, el ajuste de manuales y reglamentos; y cuarto, el desarrollo de la inteligencia contrainsurgente.
Estas bases doctrinarias habían sido desarrolladas por los británicos en Malasia y los franceses en Argelia e Indochina. En ambos casos los ejércitos europeos se enfrentaron a revoluciones con gran apoyo popular, con guerrillas irregulares que combinaban las armas y la política y tenían territorios bajo su control. Pero los colonialistas fueron derrotados, tal como le ocurrió a Estados Unidos en Vietnam posteriormente. La esencia de esa doctrina contrainsurgente era «sacar el agua al pez» o atacar a la población civil para dejar sin bases sociales a las insurgencias.