En Cundinamarca, el Gobierno conservador reprimió las Ligas Campesinas. Estalló La Violencia: liberales y comunistas huyeron a uno y otro lado del río Magdalena. Marquetalia y otras “repúblicas independientes” antecedieron la creación de las Farc.

En Cundinamarca y Boyacá, la lucha campesina fructificó: el Frente Nacional (FN) creó una reforma agraria que desconcentró la tierra. Pero 10 años después, el último Gobierno del FN frenó la reforma. Los narcoesmeralderos se armaron. Nació la UNO.

El Gobierno hizo un acuerdo de paz con las Farc en La Uribe (Meta), que posibilitó la creación de la UP. Pero esa vía democratica se taponó con los propios cuerpos de sus militantes, víctimas un exterminio en el que participó la fuerza pública.

Mientras se conformaba la Asamblea Nacional Constituyente, fuerza pública, Farc y paramilitares narcoesmeralderos acrecentaron la violencia. En las tinieblas se prendió una luz: la zona de distensión para los diálogos entre el Gobierno y las Farc.

Los diálogos de paz en el Caguán se rompieron y volvió el intenso fuego cruzado en el cual quedó atrapada la población campesina. Secuestros, desapariciones forzadas y masacres eran habituales. El Gobierno de Uribe intensificó la acción militar.

Se firmó el Acuerdo de Paz de La Habana entre el Gobierno y las Farc. Las víctimas empezaron a hallar alivio en el Sistema Integral para la Paz. La verdad se abrió paso, despejando el camino para el futuro.